En la asignatura de “Competencias y Habilidades Directivas” del master de postgrado que realizo actualmente en Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad, nos han pedido para evaluarnos hacer un análisis sobre las 10 cualidades o mandamientos que requiere un líder hoy en día para tener éxito. Todo ello, considerando que estamos en un momento VUCA, es decir, de vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, y que está empeorando con los momentos BANI en los que ya estamos inmersos, que son quebradizos, ansiosos, no lineales e incomprensibles.
Necesitamos líderes que sepan enfrentar los momentos VUCA y BANI, pero no solo, éstos además nos deben impulsar para ser mejores en muchos sentidos. Ser persona es la asignatura pendiente de la humanidad, ya que la mayoría de la gente no sabe ni qué es eso, y no hablo ya de derechos humanos, que también, sino de la incapacidad de evolucionar como especie humana en un camino de autodesarrollo personal, que haría entre otras cosas que, los avances tecnológicos liderados por el sector de defensa, no nos quedaran tan grandes y no supusiesen un riesgo para nuestra propia extinción. Y lo digo no solo por la guerra en donde estos adelantos hacen lo peor que se podría hacer: matar. Lo digo también porque el optimismo tecnológico de quienes piensan que los desafíos planetarios se resolverán gracias a la tecnología sin que nosotros tengamos personalmente que cambiar nada, es una fantasía que cualquier persona con sensatez y conocimiento profundo podría inferir fácilmente. Los retos de la humanidad están ya tocando nuestra puerta y no somos capaces aún de estar a la altura de la situación.
De modo que todos necesitamos líderes. Es un desastre que muchos de nuestros líderes mundiales sean verdaderas máquinas de matar, y ya no digo nombres porque no les daré mayor peso específico del que ya tienen, pero la realidad es que estamos contaminados de guías que solo quieren poder, dinero, y acumular riquezas. Y no solo me refiero a los que se auto conceden el derecho a matar sea del bando que sean, sino por aquellos que no tan lejos y a la vez más cerca de lo que pensamos, emulan, cuando no simulan, gozar de una integridad que hace aguas en cuanto observas que son tan infelices y que su mente de escasez es tan grande que ni un planeta entero para ellos solos colmaría su tragedia, de no conseguir ni unos instantes de paz profunda, de serenidad mantenida, ni de alegría auténtica, a pesar de todo su dinero. Y no diré nada más que, en realidad no son líderes, por mucho que los expertos consideren que lo son porque no paran de amasar cantidades bochornosas de dinero que solo mencionarlas les daría pudor a ellos mismos, cuando sabemos que en el mundo tenemos más de 149 millones de niños y niñas menores de cinco años sufriendo desnutrición crónica y 45 millones padeciendo desnutrición aguda.
Sí queremos líderes, pero ¿de qué clase?. Yo no votaría por ninguno de los que se encuentran bajo las condiciones antes mencionadas. Yo diría que ser líder es algo más que simplemente tener capacidad de generar riqueza. Ser líder es asumir la responsabilidad de que tú en esa posición has de dar más que todos. Y eso no es sencillo, cuando solo se espera recibir. Ser líder supone reventar los convencionalismos sociales cuando éstos son fuente de injusticia social, es decir no a la hipocresía y asumir que ninguno de tus amigos multimillonarios como tú encontrará compresión de un cambio impulsado por la propia vida, porque la realidad es que no podemos continuar al ritmo de consumo que en los países de occidente-norte tenemos. El este-sur sangra de dolor, mientras nosotros no paramos de seducirnos por cositas efímeras que no colman por dentro y que solo nos estimulan un poco para luego dejarnos vacíos.
El líder que necesitamos está lejos de ser visible. No imagino a un Nelson Mandela, o a un Mahatma Gandhi volver para decirnos que la solución está en que cada uno de nosotros seamos verdaderos líderes, pero no de esos que se hacen con la vida de los otros para que ellos tengan casi nada y tú todo, sino de esos que están dispuestos a dar su vida en servicio por el bien común. Desde allí algo puede empezar a construirse. Sería en realidad lo mínimo que podrías desear de un líder, que esté de verdad al servicio de la comunidad y no de sí mismo y sus propios intereses particulares. Que fuese tan humano como para comprender que las reprimendas por la imperfección son un agujero negro que solo sabotea lo bueno que todos podemos ofrecer, que los errores son humanos y parte de la vida y que aceptarlos es necesario para superarlos. Negarlos, rechazarlos y autoflagelarnos por ellos o maltratar a los otros por cometerlos, solo nos alejará de la verdad de que nadie puede ser líder si no ha aprendido a perder, sino es capaz de ver de frente su vulnerabilidad e imperfección, para hacer de ella los cimientos desde los que nacerá la fuerza para cambiar las cosas. Mutilando lo que nos desagrada no conducirá a ningún sitio deseable, sino al sufrimiento total. Tenemos que reconocer nuestra humanidad, para rescatar de ella el valor auténtico que tiene.
En ese sentido, a continuación, cito los 10 mandamientos para ser el líder que necesitamos hoy en día, citando para cada cualidad un ejemplo de líder archiconocido, aunque ocultos los habrá también y a veces con ejemplos más hermosos, puesto que no todos los que cito abajo son tan bellos como quisiéramos, pero han sido reconocidos por todos ampliamente y sin duda han tenido un impacto de gran transcendencia para mucha gente.
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VOCACIÓN DE SERVICIO, entendido como el deseo del bien del otro, para que éste pueda crecer sin que tú le empujes por tu manera particular de ver la vida. Dejar que el otro, al margen de lo que se lleva hoy en día, pueda desarrollarse en aquellos aspectos que naturalmente hacen que sea único y mejor a muchos. Un ejemplo de este liderazgo lo tuvo Mahatma Gandhi. No buscó imponer su visión del mundo a los demás, sino que facilitó un espacio en el que cada persona pudiera encontrar y seguir su propio camino hacia la verdad y la justicia. Su vida fue un testimonio de cómo un liderazgo basado en el servicio puede transformar no sólo a individuos, sino a naciones enteras. Esta cualidad parece que la quieren todos los líderes. Sin embargo, no es así, ya que la mayoría lo que en realidad buscan es protagonismo, es decir, que ellos mismos sean los que figuren como triunfadores y conseguidores, y no su equipo.
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GENEROSIDAD, Un buen líder busca que las personas de su equipo alcancen sus objetivos, y es capaz de renunciar a los suyos propios, porque sabe que si ellos consiguen los suyos serán más felices y el grupo funcionará mejor. Parece un valor poco común hoy en día, y nadie dice que esto sea fundamental para dirigir, pero es el motor del crecimiento, porque harás que todos trabajen al máximo de su rendimiento. Si quieres que sigan tu objetivo, ellos se verán usados y no habrá una entrega de corazón real y su brillo quedará ineludiblemente reducido. Lo que pasa es que los egoísmos nos llevan a querer sobresalir nosotros, a que los objetivos propios sean el timón, y no buscar objetivos comunes que hagan que todos rememos hacia un mismo propósito que nos una en esa tarea o misión. Un líder que fue ejemplar en esta cualidad es Nelson Mandela. No solo buscó el bienestar de su equipo inmediato, sino de toda una nación. Su disposición a renunciar a sus propios objetivos personales por el bien de los demás demostró una generosidad excepcional. Sabía que, si sus compatriotas lograban sus objetivos de libertad, igualdad y justicia, serían más felices y la sociedad funcionaría mejor.
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ACEPTACIÓN DE LA IMPERFECCIÓN. El líder que busca el beneficio del otro y a la vez reconoce que todos somos imperfectos, es alguien que tolera los errores, que permite las equivocaciones, que no se enfada por ellas, que no da lecciones, que se sienta al lado de la persona que falló, y reconoce que en su lugar habría cometido el mismo error, y en consecuencia comprende también cómo podría repararlo, y no se lo dice, sino que le da las claves para que la propia persona fácilmente encuentre por si misma la manera de mejorar. Esto es un arte, porque es guiar sin guiar, es decir sin decir. Es mostrar la verdad del problema y la solución en los actos de la persona que quiere auxiliar, pero sin señalarlo de manera alarde, sino infiriéndolo con preguntas cuyas respuestas lleven a la toma de conciencia. Esta cualidad es escasísima y muy necesaria porque nos dice que somos humanos, y desde allí podemos construir juntos. Un ejemplo de esta cualidad es Fred Rogers, conocido como Mister Rogers. Rogers fue el creador y presentador del programa de televisión infantil «Mister Rogers’ Neighborhood», y su enfoque en la empatía, la comprensión y el respeto hacia los demás ha dejado una huella duradera. No sólo hablaba de la importancia de aceptar las imperfecciones; lo demostraba en su interacción diaria con los niños y adultos. Su capacidad para tolerar los errores, su disposición para sentarse con alguien que había fallado y su habilidad para guiar sin imponer su propia visión hicieron de él un líder ejemplar en la aceptación de la imperfección.
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ASERTIVIDAD. Además de querer el bien de su equipo, de comprenderlo y de impulsarlo a mejorarse a sí mismo, un buen líder requiere saber decir que NO, ya que, si no es suficientemente asertivo, perderá su valor como líder, pero la asertividad en realidad no es negar todo y poner límites impulsivamente, como obviamente tampoco se trata de lo opuesto, de una condescendencia desleal a sí mismo, sino que estamos hablando de la capacidad de ser coherente con el valor personal, sin renunciar al valor del otro, entendiendo que nuestros valores son comunes si sabemos encontrar el punto de encuentro. Esta comprensión profunda me lleva a comunicar lo que se desplaza como un recurso potencial a explorar pero que de momento no puedo aceptar, y a la vez conduce a que examinemos que lo que nos une debe ser ejecutado o si no habrá penalización. Alguien que se caracterizó por ser asertivo fue Angela Merkel. Ha mantenido sus principios y valores, ha sabido decir «no» cuando ha sido necesario, y siempre ha trabajado para encontrar puntos de encuentro y soluciones que respeten tanto sus propios valores como los de los demás. Este equilibrio entre firmeza y respeto ha sido una característica distintiva de su liderazgo.
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- RECONOCEDOR DEL LIDERAZGO DEL OTRO. Para que el equipo trabaje eficientemente es necesario que busque apoyo en su líder. Si alguien en términos reales no lo necesita quiere decir que también es un líder. En consecuencia, el buen líder detecta a los otros lideres y los promueve como mano derecha en los que se apoya el propio líder. Eso no es necesariamente delegar la función sino compartir el poder y sentirnos entre nosotros uno más. Ese tipo de líderes hacen que los carismas suban hacia la cima, y que todos podamos aprender mucho de todos. Lo que pasa es que el temor a perder el propio brillo pasa a silenciar o a arrinconar el mérito de personas que podrían competir por el liderazgo mayor. En este sentido el líder debe optar a la posición menor y dejar que quien más puede liderar suba por encima sin que pierda posiciones de mando, solo dejándose aconsejar por esas personas que lucen rivales. Un ejemplo de esto es Nelson Mandela, un ejemplo notable es la relación de éste con Thabo Mbeki, quien se convirtió en su sucesor como presidente de Sudáfrica. Mandela reconoció el talento y las capacidades de Mbeki, y trabajó estrechamente con él, preparando el camino para su liderazgo. Esta transición suave y colaborativa fue un testimonio de la capacidad de Mandela para reconocer y promover el liderazgo en otros.
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- CAPACIDAD DECISIONAL. Apropiado para un líder no es solo todo lo anterior, sino saber ejecutar. Si un líder piensa demasiado y no ejecuta podrá perder oportunidades o hacer que los problemas no sean frenados con firmeza y a tiempo. Un líder así deja que el equipo dé ideas, pero la decisión es del líder ante situaciones clave que impliquen una oportunidad o riesgo profundo en los que si no se actúa con rapidez se puede perder mucho. Winston Churchill es un ejemplo sobresaliente de cómo la capacidad decisional puede ser una cualidad esencial en el liderazgo, especialmente en tiempos de crisis. Un ejemplo concreto es la evacuación de Dunkerque en 1940. Ante el colapso de las fuerzas aliadas en Francia, Churchill decidió lanzar una operación masiva para evacuar a las tropas británicas y aliadas atrapadas en las playas de Dunkerque. Esta decisión, tomada en condiciones extremadamente difíciles y con un alto riesgo, permitió salvar a más de 300,000 soldados y preservó el núcleo del ejército británico para futuras batallas.
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- HUMILDAD. Para que el líder destaque entre los demás como la persona guía, además de lo anterior, debe decidir si quiere ser primero líder o primero seguidor. Si quiere ser líder es porque realmente en el fondo quiere poder y no servirá para hacer lo anterior. Si cree que quiere ser seguidor, hay que estudiar si es un seguidor nato o alguien realmente humilde. Humildad entendida no como un postureo para conseguir más aplausos, sino un sentido muy propio de reconocerse vulnerable como el otro y de la necesidad de apoyos para avanzar, ya que será líder porque los demás lo desean, no porque él se encumbra allí por deseo propio. Los lideres humildes ante todo gustan de ver como otros crecen, y los impulsan a subir a la cima. Un ejemplo notable de humildad la tuvo Mahatma Gandhi, que renunció al liderazgo oficial del Congreso Nacional Indio en varias ocasiones, para permitir que otros tomaran el mando y para dedicarse a causas más específicas como la erradicación de la pobreza y la promoción de la autosuficiencia rural. Este acto reflejaba su creencia en el poder del liderazgo compartido y su falta de apego al poder.
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- CAPAZ DE SANCIONAR. Para que el líder además de ser humilde tenga la capacidad de ser descortés cuando sea necesario, es preciso que renuncie a que los demás lo quieran. Debe entender que el foco no está en él sino en el grupo que dirige, por lo que puede enfadarse, reprender, castigar, sancionar, para que el equipo entienda la misión y no flaqueé ante pasiones bajas. De allí que saber castigar es un valor grande que normalmente se prefiere delegar. Ser tú mismo quien impone el castigo es una cualidad poco escasa en los lideres compasivos y empáticos, que quieren siempre ser buenos y no parecer malos. Ser alguien con gran corazón y permitirse parecer enérgico es una habilidad que el buen líder debe desarrollar o perderá su autoridad. Abraham Lincoln es un ejemplo sobresaliente de cómo un líder puede equilibrar compasión y empatía con la capacidad de sancionar cuando es necesario. Un ejemplo es su decisión de relevar al General George McClellan del mando del Ejército del Potomac. McClellan era popular entre sus tropas, pero su falta de agresividad y repetidas desobediencias a las órdenes de Lincoln llevaron a su destitución. Lincoln comprendió que mantener a McClellan en el mando ponía en peligro el éxito de las operaciones militares del Norte.
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- VALENTÍA. Todo lo anterior está muy bien, pero falta algo muy necesario y es que la persona se diga a sí mismo que no, es decir, es necesario renunciar a uno mismo cuando el bien común requiere que tú pierdas algo importante. Si un líder no quiere perder, no arriesgará, no será capaz de impulsar a su equipo, querrá siempre que los demás carguen con las situaciones difíciles y clave que él mismo debe resolver en su posición de autoridad, por lo que si alguien está dispuesto a perder por el bien común será alguien de gran congruencia y valor. Diría que más valeroso que congruente, ya que lo último solo se consigue con lo primero. Martin Luther King Jr. es un ejemplo sobresaliente de cómo la valentía puede ser una cualidad esencial en el liderazgo. Esto se ilustra durante la campaña de Birmingham en 1963. A pesar de saber que enfrentaría una violenta represión, King lideró protestas pacíficas en una de las ciudades más segregadas de Estados Unidos. Su arresto y la brutalidad policial que enfrentaron los manifestantes atrajeron la atención nacional e internacional, ayudando a catalizar el movimiento por los derechos civiles.
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- ADAPTABILIDAD. En los tiempos actuales el buen líder más que nunca deberá saberse adaptar a los cambios bruscos, repentinos, constantes. Esto implica que no se derrumba ante la adversidad, sino que sabe levantarse y continuar al mando en tiempos en donde los éxitos no son el fenómeno confluente, sino el riesgo y el desmerito, en donde cualquier acción puede ser arriesgada y por lo tanto criticada. En estos momentos el líder decide lo mejor para el grupo sabiendo que quizás un día póstumo se comprenderá que era la ruta más idónea a seguir, aunque todos la consideraran infame. Esta es la habilidad de no solo adaptarse sino actuar en congruencia para encontrar la solución menos mala ante las circunstancias desfavorables. Franklin D. Roosevelt es un ejemplo sobresaliente de liderazgo adaptable. Su capacidad para enfrentar y superar la adversidad personal, implementar políticas innovadoras durante la Gran Depresión, y liderar eficazmente durante la Segunda Guerra Mundial demuestran una adaptabilidad extraordinaria.
Aunque Nelson Mandela reúne en una única persona un poco de cada uno de estos 10 mandamientos mejor que los otros, sufrió la cárcel. ¿Quién está hoy en día dispuesto a sufrir eso por un bien común mayoritario?. La realidad es que el amor escasea ahora mismo en el mundo. La gente quiere ser líder por intereses propios y no comunes. Quizás para tener poder sobre otro, dominio, control, o sin más, dinero. Como quiera que sea, salir de allí no es fácil porque queremos siempre controlar al otro para que actúe en beneficio propio. Despojarse del interés propio requiere tener ganado un gran mundo interior en donde la brújula de la vida sea el amor.
Para que el amor vuelva a ser la brújula del mundo es necesario dejar de matarnos, es necesario renunciar a enriquecernos de manera desmedida, a la acumulación excesiva de riqueza. Es clave querer ser uno más en medio de un mundo que se autoflagela para no decir que no puede soportar más daño del ser humano.
Hoy habría dicho que si quisiera ser líder no podría porque no reúno estas características. Supongo que nadie se siente allí. Es la vida que sin querer te conduce por rutas inesperadas y un día te ves allí, haciendo algo por los demás y decidiendo el bien común, y es en ese momento en donde sabrás si solo querías unos billetes más o hacer algo que dejara huella positiva de verdad. Mejorar los sitios por los que pasamos, es lo mejor que cada uno podemos hacer, seamos lideres o seguidores. Sé líder de tu propio destino y sé ejemplo para otros de lo que es sumar para el mundo.