Cuidando la vida y el planeta

La imperfección es necesaria

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No sabemos muy bien cómo podemos amar a otras personas si en realidad no son tan perfectas cómo quisiéramos. Deseamos personas que nos den de todo, que nos hagan sentir amados, que nos cubran un sinfín de necesidades. Y cuando llega el momento de vivir esas situaciones, observamos que esas personas desean exactamente lo mismo de nosotros. Y la cosa no se queda allí, sino que cómo ninguno podemos cumplir esos deseos, comienzan las desavenencias entre las personas, que nos llevan a plantearnos si queremos seguir al lado de alguien que hemos descubierto no es perfecto.

Amar lo perfecto es sencillo, la prueba del algodón es amar lo imperfecto. Queremos ser amados, pero no somos capaces de dar lo que pedimos.

No podemos amar a alguien perfecto, porque eso más que amar, sería la respuesta natural de toda persona frente a quien nos da de todo a manos llenas. El caso no es si podemos amar lo perfecto, eso es muy sencillo. La cuestión es si estamos dispuestos a amar lo imperfecto. ¿Cuánto tiempo puedo estar al lado de alguien cuya manera de amarme es muy deficiente?.  ¿Qué pasa conmigo?, ¿acaso yo amo perfectamente a quien pretendo que me ame mejor?. Todo eso se pone en juego en cualquier tipo de relación. ¿Estamos pues dispuestos a amarnos cuando descubrimos la imperfección en la otra persona?.

Si amasemos, la imperfección no sería vista del modo que la vemos, sino como un algo ideal. Amar es despojarse de nosotros mismos, de nuestro ego, para ir a la raíz de quien somos en realidad.

No existen grandes imperfecciones, sino simplemente incapacidad de amar. Esa es la verdad de fondo. Si amas, eso que se sale de lo más estándar, como una persona con alguna discapacidad, puede verse como ideal en esa condición. Todo depende de con que ojos mires. Ahora pienso por ejemplo en las personas que no han sido jamás amadas y que sin embargo aman a otras personas. Pensamos, según la psicología, que eso no es posible. Sin embargo, la mayoría de la gente que ama realmente, jamás ha sido amada de la misma manera, y eso sucede porque en realidad nadie ha desarrollado al máximo su capacidad de amar, ni siquiera esas personas que son ejemplo en ese tema.

La imperfección existe en todo lo que rodea y es imposible anularla, porque sería como destruir todo cuanto existe.

Amar perfectamente es imposible, y es a la vez lo mejor que puede suceder, porque es así como podemos entender que en nosotros hay una imperfección valiosa que no debe ser destruida. Querer hacer desaparecer lo imperfecto, es como pretender hacer que algo no exista. Todo cuanto existe goza de aspectos sanos e insanos, o de circunstancias favorables y desfavorables, o de aspectos permanentes e impermanentes, o de visiones amplias y reducidas, o de apocalipsis eternos. Todo se mueve entre una perfección e imperfección, y si no fuese así, el sentido de la Vida en la Tierra carecería de sentido.

Si anulásemos lo imperfecto sería imposible desarrollar nuestra capacidad de amar, no habría nada que aprender de verdad.

Si queremos la perfección lo único que haremos es dañarnos y dañar al otro. En la medida que la acepto, abro el corazón, desarrollo mi capacidad de amar, y consigo que la Vida me regale sus dones, como el agradecimiento, el perdón, la valentía, el cuidado, y muchas otras características que emanan del amor. Solo así conseguiremos salir adelante en un mundo en donde la guerra, la injusticia, el desamor manifestado en sus múltiples expresiones, puede por fin convencerse del sin sentido de no desarrollar la capacidad de amar en nosotros.

La revolución real es la que sucede en nuestro interior cuando el corazón se abre, sino toda imposición externa hará daño de diversas maneras.

La evolución de la especie humana pasa por una revolución real, la que se realiza dentro de nuestros corazones cuando estos se abren a amar. Más allá de eso, todo cambio externo que no vaya acompañado de un amor puro, nos llevará a perder a todos, a unos y a otros. Es por eso que las revoluciones no prosperan, porque pretenden hacerse a la fuerza, imponiendo mi verdad, mi dolor, mi circunstancia desfavorable. No obstante, si queremos que haya un cambio cierto, la justicia no se impone, se desprende de habitar en nosotros la verdad de que somos imperfectos pero que podemos amarnos así. Eso es lo único que nos liberará del sufrimiento. Lo otro es solo dañarnos.

El mal no se devuelve o dejaremos de ser personas para convertirnos en títeres del dolor. Contraatacar no es la solución que devolverá la paz.

Para contrarrestar el mal de algunas personas, no es devolverlo al cien por cien cómo conseguiremos que éstas cambien. Es justo lo contrario, es devolverles bien para que reaccionen y se den cuenta de en dónde se encuentran. Para acabar con una guerra no es contraatacando como dejaremos de luchar, sino abriendo el corazón a la verdad de que no podemos matarnos unos a otros. De nada sirve defenderte si para eso debes ejecutar el dolor de matar. La defensa está bien, para huir del fusil, no para coger otro, y matarnos. No digo con esto que no haya que defender a quien es atacado, digo que no es atacando cómo solucionaremos el problema. Es necesario llegar a acuerdos en donde se establezca un estatus quo de reciproco respeto, y para eso hay que dejar de atacar.

Si dañas, te harás daño a ti mismo, y puede que no pierdas la vida, pero tu corazón podría sufrir mortalmente.

La realidad es que si no podemos estar en paz con el que está al lado, ¿cómo pretendemos estar en paz con el resto?. A veces no estamos bien ni siquiera con nosotros mismos, ¿cómo vamos a serenarnos así?. Si lo que quieres es que la vida te abra la vía de la autorrealización, es necesario que abras tu corazón. No hay mayor realización que esa. Si lo que quieres es vencer por encima del otro, no conseguirás nada más que dolor y sufrimiento. Si crees que la vida es un ataque para evadir el golpe, ya te digo que no podrás evadirlo, sino que entrará en la diana y te matará mortalmente incluso aunque tu cuerpo físico consiga sobrevivir. Si lo que quieres es ayudar a los demás, primero has de saber que lo que has de hacer es dejar de dañar. Ese es el primer paso. No dañes o perderás capacidad de amar y entonces dejarás de conquistar terrenos de verdadera plenitud.

Si quieres amar no es devolviendo el mal lo que te conducirá a ello, pero sí puedes hacer algo para que el otro deje de dañar y abra su corazón. Hacerlo requiere, para que sea efectivo, estar liberado de todo interés malicioso.

Ahora piensas que quizás has sido feliz en la Tierra, ¿durante cuanto tiempo?. ¿Has sabido aceptar la incapacidad de amar de quienes te rodean?. ¿Has aprendido tú a amar?. Allí está el meollo de la cuestión, ¿puedo amar a alguien que no me ama?. Si es así, está claro que tu capacidad de amar se abrirá de par en par. El problema es que amar a las personas que nos dañan debe hacerse con cuidado, porque no se trata de que el otro piense que puede seguir dañando sin perder algo por ello. De esta manera, amar es darle al otro también lo mismo que nos da, pero un poco más provisto de la identidad de que lo que haces es para ayudarle a amar y no porque estés herido. Esa es la clave, devolver el mal, pero sin sentirte enfadado, sin estar resentido, sin albergar en ti ni un atisbo de interés malicioso. Solo así podrás devolver el mal, y ayudar. Claro que ese mal puede ser la simple indiferencia, o la defensa de mi dignidad si con ello no mato, o el distanciamiento de esa persona para que aprenda a valorarme, o mensajes difíciles de descifrar en donde la persona por fin puede verse a si misma y así descubrir su error.

Primero has de empezar a amarte mejor a ti mismo, sino todo intento de ayudar antes a otro puede hacerte caer en la trampa de sentirte mejor sin serlo.

Para ayudar a una persona a sanar de su incapacidad de amar, hay que empezar primero por uno, sino todo intento será totalmente fallido y solo generará confusión agria y desventajosa para uno mismo, que podríamos sentirnos mejor que el otro sin serlo. No es desde un ego que no comprende nada y que quiere colocarse por encima como algo se solucionará, sino al revés. Terminarás sufriendo por intentarlo. No intentes enseñar a amar a nadie. Solo ama tú mejor a ti mismo y así se producirá lo anterior sin que casi te enteres. Esa es la clave, amate de verdad. Descubre tu propia imperfección, tu propio desamor, tu propia falta de justicia hacia ti mismo y los demás, y desde allí, si eres capaz de perdonarte y perdonar, puedes ir construyendo una verdad fundada en el amor.

No hay mayor triunfo en la vida que aprender a conocerte mejor a ti mismo, eso te ayudará a abrir el corazón y a vivir plenamente.

Lo que hace que una persona pueda triunfar en la vida de verdad, no es tener cosas materiales que no necesita en realidad, sino siendo capaz de conocerse profundamente y solo así llegará a la raíz ultima de que, en nosotros sin saberlo, dentro estaba oculto el amor verdadero, la capacidad de transformar mi vida y la de los que me rodean. No obstante, ahora ya sé que la vida no nos deja hacer eso porque creemos que somos o superiores o inferiores. Siempre algo de eso esta de por medio en las decisiones que tomamos. Y sin querer nos dañamos y dañamos a los demás.

Lo mejor que puedes hacer por otros es primero amarte mejor a ti mismo y para ello es necesario un conocimiento más real de ti.

Si quieres que el amor crezca en ti, has de pensar que no es huyendo de ti mismo como lo conseguirás, sino todo lo contrario, yendo al fondo de quien eres en realidad. La gente cree que es mejor por hacer cosas por los demás. La mejor cosa que puedes hacer por todos es quererte mejor y para eso has de conocerte de verdad, porque no se puede amar con certitud si no hay un conocimiento fidedigno de quienes somos en realidad. Claro que dentro de nosotros habita la verdad, pero claro que huimos de ella a menudo. Preferimos evadirnos en las cosas externas y atractivas, que en realidad solo nos distraen de la tarea. Para conocerte es necesario entender cómo es tu ego, y luego ir profundizando hacia adentro.

Cuando seas consciente de cómo no amas de verdad habrás empezado a conocerte mejor, solo así verás de qué modo tu ego te hace errar.

A fin de descubrir nuestra verdad es necesario que nos demos cuenta de los momentos en que amamos peor. Si no lo ves, no has descubierto nada de nada. Si te parece que amas siempre, entonces no te conoces. Si te crees que haces todo bien o todo mal, tampoco. Si te crees que no has servido bien, pero a la vez sí, es que tampoco te conoces. Si crees que hay siempre buena intención en todo lo que haces, es que no has descubierto en ti la raíz de tu imperfección. Si crees que has hecho mucho bien y que no te han pagado como merecías, es que no has reconocido que no ayudas de verdad. Si crees que has llegado a la verdad suprema y niegas tu error es que tampoco te estás conociendo. Si por el contrario te ves mal, pero no te amas, es que no has llegado a experimentar tu verdad. En fin, descubrirnos a nosotros mismos es la clave.

Se trata de amar nuestra propia imperfección para que seas tú y no el otro el motor del cambio.

Pero no se trata de ver cosas malas en nosotros. No. Se trata de abrir el corazón a nuestra propia imperfección. En cuanto lo haces, todo fluye bien, porque dejas de querer que el otro cambie, para ser tú mismo el motor de tu genuina auto transformación. Si quieres que el otro cambie, es que todavía no has llegado a tu raíz. Cuando dejes de desear que el otro te ame mejor, habrás llegado a la hondura de que eres en realidad Amor, y entonces sabrás que dentro de ti está lo mejor y no hay que sufrir porque otros a veces nos amen peor. Claro que este es un proceso, y no se llega de un día a otro, sino que se practica y se practica, para ir avanzando, sabiendo que tendrás que volver a practicar de vez en cuando.

Nuestro ego nos hace sentirnos a veces inferiores y otras superiores, para salir de allí es necesario saber primero en qué extremo te sitúas y comprenderte.

No podemos pensar que el mal del mundo está en el otro, porque todos somos parte de él. Si lo que quieres es la paz en la Tierra, has de dejar de pensar que no eres suficiente, o que eres más que otros. Uno de estos dos pensamientos se repite en ti, el de sentirte menos o el de creer que eres más. Uno de los dos extremos te ataca y no lo sabes. Alguno de ellos te hace sufrir y muy probablemente ni lo sospechas. No es malo, está plantado en nosotros para salir de esa dicotomía, de venos como no somos en realidad. Para llegar al fondo de la cuestión has de sembrar en ti el amor, y para hacerlo es necesario ver tu verdad con comprensión y aceptación.

Si lo que quieres es amar mejor, vacíate de esos deseos de querer a un ego que no comprende casi nada. Has de hablarte con la severidad con la que se habla a un niño pequeño que quieres educar.

No podemos salir de la incomprensión de que no nos amamos ciertamente, hasta que no te abras a la verdad de que dañas al otro y no lo sabes, o de que te dañas a ti y crees que no. La verdad de porque estamos hundidos en el dolor es porque hemos empezado a darnos cuenta de que la vida no puede vivirse sin amor, pero quizás tampoco te has dado cuenta de eso. Así que, si no ves aún todas las cosas que he dicho hasta ahora, es porque aun no te quieres de verdad. Quizás defiendas a tu ego a capa y espada, pero no es el ego lo que has de amar, sino a tu Ser profundo, pero no has llegado a él porque vives en la superficie. Para salir de allí solo debes pensar qué haces cada vez que te despiertas por la mañana, si correr, si relajarte, si huir, si irte y correr, o si por el contrario deseas estar más tiempo contigo mismo. Eso es clave de cómo nos sentimos con nosotros mismos. Nos gusta estar a solas tranquilos y simplemente Ser.

Vamos a dejarnos de pensar que solo vamos a salir de un agujero por nosotros mismos. Es necesario apoyarse en el resto.

Ahora que hemos llegado a este punto he de confesarte que a veces querer estar con uno mismo largamente se puede confundir también con la huida de los demás. Eso también es una manera de hacerte daño. Ni debemos estar siempre a solas, ni estar siempre con los demás. Necesitamos espacios para las dos cosas, sino no conseguirás disfrutar de lo que eres profundamente. Pero no se trata de que sea una regla en donde desde el ego nos damos esos espacios, se trata de ir sintiendo desde el Ser, cuando quiero una cosa y cuando otra, y así ir fluyendo hacia lo que se necesita en ese momento. No es diciendo a los demás que estás bien, si no lo estás, como saldrás de un agujero. Es abriendo las puertas para recibir ayuda de las personas claves que corresponda.

Es necesario espacios para la soledad y para convivir con los demás. Al lado del otro se pone a prueba en donde estamos en realidad.

No puedes vivir solo eternamente, como no podemos estar con alguien siempre. Ambas cosas son extremos que nos dañan. Necesitamos espacios de soledad y de comunidad. Y si lo que quieres es entrar profundamente en ti, es necesario que haya ambos, porque sino uno puede equivocarse. A veces hay quienes se van largamente al silencio, pero es preciso volver y enredarnos con todos, y poner a practica esa hondura en la relación con los otros. Es allí en contacto con el resto cómo averiguaremos de verdad en dónde estamos en realidad. Si creemos que estamos peor pues ya sabes que quizás has mejorado. Y si estamos mejor, pues ya sabrás que no has mejorado quizás.

Para saber si he avanzado es necesario observar si no daño a nadie, ni a mí, ni a los demás. Eso es clave. Y aunque no es siempre claro, la hondura de corazón me da claves muy atinadas.

¿Cómo sé que mi hondura ha crecido?. Cuando realmente te relacionas con el otro sin dañar ni dañarte, pero no siempre es fácil de verlo, porque quizás el otro no quiere que seas mejor e intenta boicotear tu proceso, sin maldad, pero también sin comprender lo que se cocina. Es por lo tanto ese fondo el que te devolverá la mirada real de si estás haciéndote bien de verdad a ti mismo y a los demás. Esa profundidad a los que pocos llegan, no se alcanza a veces en toda una vida, pero se puede empezar a trabajar, porque todo avance será una cosecha de la que te sentirás muy satisfecho algún día cuando seas capaz de verla al cien por cien. Como quiera que sea cuando uno crece de manera importante, cuando se ama por fin y sabe que dentro habita del amor, la manera de relacionarse con los demás cambia, y se requiere un periodo de adaptación que desde fuera no siempre se comprende. Si estabas en un ego inferior, te querrán ver allí otra vez. Y si estabas en un ego superior querrán que los vuelvas a salvar.

Haz el bien en mayúsculas al otro, acéptalo en toda circunstancia y defecto, y a la vez hazlo por ti también, y podrás así amar mejor.

No dudes de que es el amor lo que todo lo transforma. Y el amor ya lo he dicho otras veces, es desear el bien de esa persona en mayúsculas y procurarlo cuando la situación se presente, es aceptar a ese alguien con todos sus defectos y cualidades, y alegrarte porque sea feliz, es estar a su lado en toda circunstancia sin negarle tu amor sincero. Esto mismo has de hacerlo primero contigo y luego con los demás, pero a veces se hace simultaneo y funciona igual de bien. Si consigues hacérselo a alguien es que te amas más de lo que crees, y si no se lo haces es que no te quieres tanto como pensabas.

La imperfección es la necesidad que tenemos de poder encontrar que la perfección se encuentra allí dentro, solo hay que dejarla que emerja.

En fin, para amar, la imperfección es el ingrediente ideal, sino existiese no podríamos desarrollar nuestra capacidad de amar. Solo así podremos un día avanzar hacia la paz en la Tierra. Solo entregando amor al otro podremos conseguir que éste pueda mirarnos con amor, pero si no se lo das y lo recibes, será prueba de que el otro ha avanzado más allá en este camino de autorrealización real. No te desanimes si no estás allí, verás que, si deseas desde lo hondo que ese proceso siga su marcha, avanzarás, pues solo has de permitirlo. Sin tu saberlo ese proceso está ya iniciado hace mucho en ti y en todos. Solo déjate que el amor sea en ti.

Estás en un proceso de evolucionar más allá de tus limites para amar mejor. No lo sabes, pero todo actúa a favor de eso.

 

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